martes, 18 de julio de 2017

Hechos que Destruye la Posición «Ningún sacerdote independiente de hoy tiene Jurisdicción» Por Obispo Mons. Fr. Gustavo de Jesús, OSB

  - ¿Tenía jurisdicción San Vicente Ferrer? Si Ud. sostiene la posición que «ningún sacerdote independiente de hoy tiene jurisdicción», su respuesta debe ser no.
- Refutando un error «tradicionalista» que está creciendo
EN ESTE ARTÍCULO:
- UNA RÁPIDA INTRODUCCIÓN A LA JURISDICCIÓN Y LA NJS (la posición «ningún sacerdote independiente de hoy tiene jurisdicción»)
- CÓMO ESTOS AUTORES ENGAÑAN SOBRE ESTE ASUNTO DE LA JURISDICCIÓN
• • Ejemplos de leyes del Segundo Concilio de Letrán y el Concilio de Viena que ilustran la diferencia importante entre leyes y dogmas de la Iglesia – una distinción que ignoran o pervierten los defensores de la NJS
• Introduciendo al concepto de Epiqueya
- ELLOS DIRÁN: SON BUENOS ALGUNOS PUNTOS A MENCIONAR SOBRE LAS LEYES DE LA IGLESIA, ¿PERO ACASO ESTE PRINCIPIO SE PUEDE APLICAR A LOS CASOS DE JURISDICCIÓN PARA LAS CONFESIONES?
• Un Papa está por encima de la ley canónica, que ilustra aún más que las leyes canónicas o las leyes
eclesiásticas se pueden cambiar y pueden dejar de aplicarse en una necesidad
• Otros dos ejemplos de leyes papales que fueron promulgadas con autoridad y fueron revocadas
- LA PRUEBA DE QUE, EN PELIGRO DE MUERTE, LA IGLESIA DA JURISDICCIÓN A SACERDOTES QUE NUNCA SE LES DIO JURISDICCIÓN PARA OÍR CONFESIONES, POR TANTO, DEMOSTRA QUE EXISTE LA JURISDICCIÓN SUPLIDA – Y REFUTANDO EL PRIMER PILAR DE LA NJS
• Prueba del Código de 1917 que, en peligro de muerte, la jurisdicción se suple en forma automática en los
sacerdotes para las confesiones que nunca lo recibieron antes – lo que contradice un argumento principal de la NJS sobre la existencia de la jurisdicción suplida para las confesiones
- LA NJS HA COMENZADO A DERRUMBARSE: ANALICEMOS SU ERROR PRIMARIO
• La NJS es basado en la falta de discernimiento adecuado y, en particular, una distinción crucial
►- AQUÍ ESTÁ LA PRUEBA DE QUE LA IGLESIA DA JURISDICCIÓN A LOS SACERDOTES INDEPENDIENTES QUE NO FUERON APROBADOS PARA LAS CONFESIONES O NI SIQUIERA FUE APROBADA SU ORDENACIÓN POR LA VERDADERA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA, QUE ESTABAN OPERANDO DÍA TRAS DÍA Y NO SOLAMENTE EN PELIGRO DE MUERTE – EL CASO DE SAN VICENTE FERRER DESTRUYE Y ENTIERRA POR COMPLETO LA NJS
- SE LE DICE A SAN VICENTE QUE VAYA A «PREDICAR» AUNQUE ÉL NUNCA FUE ENVIADO OFICIALMENTE, POR TANTO REFUTA OTRA AFIRMACIÓN FAVORITA DE LOS DEFENSORES DE LA NJS
• Refutando los argumentos presentados por los defensores de la NJS sobre la necesidad de ser enviados
oficialmente, que ellos tratan de fundar en el Concilio de Trento
- LA AUTORIDAD PAPAL APRUEBA LA VISIÓN EN LA CUAL A SAN VICENTE SE LE HABÍA DICHO QUE FUERA A «PREDICAR» ANTES DE QUE ÉL FUERA «ENVIADO» OFICIALMENTE O DADO JURISDICCIÓN POR UN ORDINARIA LEGAL DE LA IGLESIA CATÓLICA
- Otros tres ejemplos que demuestran el error de la NJS
• Refutando, del Tercer Concilio de Letrán, su aplicación incorrecta de una ley del Concilio de Calcedonia que prohibió que sean ordenados sacerdotes «en libertad»
• Por su propia lógica, los defensores de la NJS no podrían bautizar a sus propios hijos, recomendar a
alguno el matrimonio, y ellos están excomulgados de la Iglesia
- LA LEY QUE PROHÍBE LA CONSAGRACIÓN DE UN OBISPO SIN UN MANDATO PAPAL ESTÁ RELACIONADO CON ESTE TEMA; SOLO ES OTRO EJEMPLO DE UNA LEY DISCIPLINARIA QUE FUE PENSADA PARA TIEMPOS NORMALES Y NO OBLIGA EN NUESTRA SITUACIÓN
• Las palabras del Papa Pío XII sobre el tema refuta por completo las afirmaciones de los defensores de la
NJS
- LOS DEFENSORES DE LA NJS SON CULPABLES DE FARISEÍSMO; ELLOS SON REFUTADOS POR EL MISMO JESÚS, LOS MACABEOS, LA LEY SUPREMA DE LA IGLESIA, Y EL SENTIDO COMÚN
- PALABRAS FINALES: EL ENTENDER ESTE TEMA ARROJA LUZ SOBRE NUMEROSAS CUESTIONES EN LA ACTUALIDAD.
UNA RÁPIDA INTRODUCCIÓN A LA JURISDICCIÓN Y LA NJS
Hace algún tiempo un número de laicos publicaron algunos libros y artículos cortos sobre la cuestión de la jurisdicción. Pocos católicos se dan cuenta que para que un sacerdote absuelva válidamente en la confesión no sólo debe poseer órdenes válidas y pronunciar las palabras correctas, sino que también debe tener jurisdicción.
El Papa Julio III, Concilio de Trento, sesión 14, cap. 7: “Y por cuanto pide la naturaleza y esencia del juicio, que la sentencia recaiga precisamente sobre súbditos; siempre ha estado persuadida la Iglesia de Dios, y este Concilio confirma por certísima esta persuasión, que no debe ser de ningún valor la absolución que pronuncia el sacerdote sobre personas en quienes no tiene jurisdicción ordinaria o subdelegada”1.
La jurisdicción [eclesial] es una autoridad en un asunto espiritual. La jurisdicción se define de dos maneras. Existe la jurisdicción ordinaria, lo que significa una jurisdicción que se adjunta a un oficio, como la que posee un Papa sobre la Iglesia universal, o un obispo en una diócesis, o el superior mayor de una orden religiosa autónoma. Un cura párroco de una parroquia también tiene jurisdicción ordinaria sobre las almas en el fuero interno.2
La jurisdicción ordinaria, que un obispo tiene sobre una diócesis es conferida por un Papa cuando nombra al obispo para su oficio. La jurisdicción ordinaria que posee un superior mayor de una orden religiosa autónoma se concede cuando está legalmente autorizado en ese cargo. La jurisdicción ordinaria, que tiene un cura párroco de una parroquia en el fuero interno se le concede al párroco cuando está legalmente nombrado por su obispo.
También está la jurisdicción subdelegada, que es [aquella] jurisdicción dada a una persona ya sea por ley o por un superior. Un ejemplo de esto serían las facultades dadas expresamente al asistente de los sacerdotes parroquiales para confesiones.
Los textos que han sido publicados por varias personas sobre la jurisdicción concluyen que dado que la jurisdicción de un sacerdote es obtenida de un obispo válido que tenía jurisdicción ordinaria que recibió de un Papa legítimo, sólo los sacerdotes de hoy que fueron ordenados en virtud de un obispo legítimo durante el reinado del Papa Pío XII (el último Papa verdadero) tienen jurisdicción.
NOTA: EN ESTE ARTÍCULO LA POSICIÓN «NINGÚN SACERDOTE INDEPENDIENTE DE HOY TIENE JURISDICCIÓN» SERÁ REFERIDA COMO «LA NJS».
La NJS puede variar ligeramente dependiendo de cuál autor de la NJS esté leyendo, pero la descripción dada abajo es en esencial la posición. Los partidarios de la NJS están de acuerdo en
que la secta post-Vaticano II no es la Iglesia Católica y que sus antipapas son inválidos. Por lo tanto, ellos sostienen – de acuerdo con su posición – que sus líderes inválidos no pueden conferir jurisdicción a los sacerdotes para oír confesiones. Para reafirmar su posición en otras palabras: según ellos sólo los sacerdotes que están operando de una manera que habría sido aceptable en tiempos normales se puede considerar que tienen jurisdicción válida. Sacerdotes independientes, que han sido ordenados en las últimas décadas por obispos
«tradicionalistas» válidos que no se les haya dado mandato para consagrar obispos o permiso
para ordenar sacerdotes, pero que de todos modos han actuado en la crisis actual por una necesidad evidente, todos han actuado ilegalmente y «fuera de la Iglesia» (según la NJS) y por lo tanto no tienen jurisdicción para operar. Las consecuencias de esta posición «ningún sacerdote independiente tiene jurisdicción» son de gran alcance y muy evidentes.
Los defensores de la NJS están de acuerdo que todos los «obispos» de la secta del Vaticano II son herejes manifiestos y no tienen verdadera autoridad. Así, casi ninguno de los sacerdotes de hoy podría tener jurisdicción, de acuerdo a sus exigencias, ya que sólo sacerdotes muy viejos, que recibieron la aprobación normal bajo el último Papa válido (Pío XII), podrían haber recibido la jurisdicción de una manera que habría sido considerada normal. Eso significa que prácticamente nadie tiene el poder de perdonar los pecados en la confesión de hoy, e innumerables de almas están haciendo confesiones sin valor a sacerdotes «tradicionalistas» que no pueden absolverlos.
En este artículo voy a demostrar que la posición presentada por estos autores es completamente errónea. Se deriva de la ignorancia, o el desprecio, de una comprensión apropiada de la distinción entre el derecho eclesiástico y la ley divina y cómo se aplica a esta cuestión. Para decirlo de otro modo: la falsa posición de estos autores se debe a una falta de comprensión de la distinción fundamental entre las leyes que han sido instituidos por la Iglesia para el gobierno de la Iglesia, y que por tanto pueden ser modificadas, pueden tener excepciones, y pueden dejar de aplicarse en algunos casos, y las verdades inmutables del depósito de la fe que han sido entregados por Dios, y que por tanto no pueden ser modificadas, no pueden tener excepciones, y no pueden dejar de aplicarse.
CÓMO ESTOS AUTORES ENGAÑAN SOBRE ESTE ASUNTO DE LA JURISDICCIÓN
La forma principal por la que estos autores engañan a la gente y los convencen de la NJS es por citar, y luego aplicar de forma errónea, muchos textos de los concilios del pasado, papas del pasado y leyes de la Iglesia del pasado. Citan textos que realmente contienen leyes eclesiásticas o disciplinarias destinadas a tiempos normales y las tratan como definiciones dogmáticas que no admiten excepciones o alteraciones. Los que no tienen una comprensión adecuada de la distinción arriba mencionada son impresionados y abrumados por estas citas y por lo tanto caen en la NJS. Lo que malentienden estos autores y los que están convencidos por ellos es que las leyes que están citando están bajo la categoría de leyes que tienen relación con el gobierno de la Iglesia. Tales leyes son distintas de las declaraciones magisteriales sobre fe o costumbres. Estas leyes, instituidas por la propia Iglesia, se llaman leyes disciplinarias o leyes de la Iglesia o leyes canónicas y pueden ser modificadas, han sido modificadas, y pueden dejar de aplicarse en determinados casos.
Epieikeia o Epiqueya, que significa «equidad», es el nombre del principio canónico que sólo las leyes de la Iglesia, alias las leyes eclesiásticas o leyes disciplinarias, pueden dejar de ser obligatorias en casos particulares que no fueron previstos por el legislador. Este término se puede encontrar en cualquier libro sobre estos temas. Este principio no se aplica a las enseñanzas dogmáticas sobre fe o costumbres, sino a las leyes instituidas por la Iglesia para la el gobierno de sus miembros.
Los defensores de la NJS o bien no toman en cuenta estos principios o las pervierten por completo, como veremos. La defensora de la NJS citada abajo se refiere a las leyes de la Iglesia que se refieren a la cuestión de la jurisdicción, cómo funcionan los sacerdotes en tiempos normales, etc. Ella afirma:
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, p. 26: “Sostienen que el legislador, si hubiera previsto la crisis, no hubiera insistido en que seguirán su ley a la carta (…) En primer lugar, permítanme decir que el presumir es de asumir la autoridad sin el derecho de hacerlo. ¡En segundo lugar, en la «mente» del legislador se está hablando acerca de Dios!” (Terry, MT)
Esto está mal. Hablamos de Dios como el legislador cuando hablamos de los dogmas, de las leyes divinas del Antiguo y Nuevo Testamento. Pero cuando hablamos de las leyes que se refieran al gobierno de la Iglesia – es decir, las leyes canónicas, las leyes que han sido instituidas por los concilios anteriores y el Código de Derecho Canónico – hablamos acerca de las leyes humanas. Esta autora no entiende este punto, que es de importancia capital de cómo la jurisdicción se distribuye en la Iglesia. Leyes canónicas o leyes eclesiásticas o disciplinas de la Iglesia, incluso las promulgadas en los concilios generales, caen bajo la clasificación de las leyes humanas.3
Veamos un ejemplo: El Segundo Concilio de Letrán es el décimo concilio ecuménico o general de la Iglesia Católica. Se llevó a cabo bajo el Papa Inocencio II. Aquí esta lo que dice el canon veintinueve:
El Papa Inocencio II, Segundo Concilio de Letrán, 1139, canon 29: “Prohibimos bajo anatema el arte mortal de ballesteros y arqueros, que Dios aborrece, que sean empleados de ahora en adelante contra los cristianos y los católicos”4.
Noten que no se dan excepciones a esta ley. Según los defensores de la NJS, si no se dan excepciones a esa ley eclesiástica, no hay excusa alguna para no cumplirla, considerándola obligatoria.
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS],
cuando habla sobre la ley que prohíbe a un obispo consagrar un obispo sin el mandato papal, p.
33: “Dado que este es un dogma que prohíbe, entonces debe haber (ya que Cristo no puede engañar) en otras partes del mismo leyes dogmáticas, algo que diga, por ejemplo «en ciertos casos», o «tiempos», o «crisis», etc., concediéndose el permiso o uno de estar exento de estas leyes. ¡No las hay! ¡Y como no las hay, entonces estas leyes todavía están en vigor y todavía deben ser obedecidas!”
Dejando a un lado por un momento su grave error, en la que identifica a la ley eclesiástica que requiere un mandato papal para la consagración lícita de un obispo como un «dogma» (que no es, como voy a demostrar más adelante), noten que ella insiste en que no hay excusa por no adherirse a estas leyes. Con esto en mente, consideren una vez más la ley del Segundo Concilio de Letrán sobre el arte de ballesteros y arqueros.
Ahora supongamos que hay un sacerdote de la parroquia que vive en el siglo XII, poco después del Segundo Concilio de Letrán. Un grupo de jóvenes se movieron recientemente a su área. Ellos han estado asistiendo a la Misa por unos días y mirando alrededor de la iglesia. Un día, mientras el sacerdote tiene una clase de catecismo bien llena en el edificio adyacente a su iglesia, estos hombres jóvenes entran de repente y comienzan a disparar con sus ballestas a un feligrés tras otro. Uno de los jóvenes empieza a saquear la iglesia, mientras que otros intentan asesinar a todos los feligreses y a los posibles testigos.
El sacerdote pone en marcha un repentino ataque contra el atacante más cercano, golpeándolo y consiguiendo retener su arco y sus flechas. El sacerdote entonces se escabulle a distancia, se escuda detrás de un escritorio volcado, y se agacha en una buena posición para sacar algunos de los malos intrusos con el arco que recientemente obtuvo.
Sin embargo, ¡de repente recuerda que ese canon veintinueve del reciente Segundo Concilio de Letrán prohíbe (bajo anatema) usar la ballesta contra los católicos! Esa es la ley de la Iglesia. De acuerdo con los que retienen la NJS, debe dejar su arma. Él debe esconderse, mientras sus feligreses continúan siendo derribados; o debe hacer una carrera imprudente a la salida, quedándose totalmente vulnerable a los ataques letales y sus feligreses a su suerte; o debe correr directamente a los ballesteros y recibir probablemente un tiro doloroso a un órgano vital, sobre todo ahora que los jóvenes están prestando mucha atención a él mientras disparan a los demás.
Sin embargo, de acuerdo con un católico con sentido común, usando el arco para disparar a los atacantes es un caso evidente de la epiqueya: una interpretación correcta «de una ley mediante la cual no se mantiene obligatoria en un caso particular por ocasión de algunas situaciones especiales difíciles».5 La ley del Segundo Concilio de Letrán no era un pronunciamiento dogmático, sino una ley disciplinaria destinada a eliminar los abusos. No estaba destinado a la situación extraordinaria, sino para la situación normal.
El sacerdote católico, reconociendo esto, de inmediato empieza a tomar una acción. Empieza a disparar a los criminales asesinos. Le tira a uno; esto anima a sus feligreses a tomar un ataque unido a los otros, abrumándolos y a poner fin a su asalto violento.
Mirando esto con una verdadera ley que fue promulgada por el Segundo Concilio de Letrán debería comenzar a mostrar el error drástico de comprensión y aplicación que ha sido hecho por los defensores de la NJS. Pero vamos a pasar a otros dos ejemplos.
El Concilio de Viena es un concilio dogmático de la Iglesia Católica. Se llevó a cabo entre
1311-1312 bajo el Papa Clemente V. El texto de este concilio se puede leer en 40 páginas de una versión en inglés.6 Sin embargo, sólo una pequeña parte de esas 40 páginas trata de declaraciones tipo-dogmáticas sobre asuntos de fe o costumbres. El resto de las 40 páginas trata sobre leyes
de la Iglesia que tienen relación con el gobierno de la Iglesia. Estas leyes pueden ser modificadas o pueden dejar de aplicarse en una necesidad. He aquí un ejemplo:
El Papa Clemente V, Concilio de Viena, Parte del decreto #14, 1311-1312: “Por lo menos una vez al mes, tanto dentro como fuera del monasterio, todos y cada uno de los monjes deben ir a la confesión (…) Todos [los monjes] siempre se abstendrán de la caza y la caza de aves. No podrán estar presentes en ellas, ni presumir de tener perros de caza o aves de presa bajo su custodia o en la de los demás, ni permitir a familiares que viven con ellos quedárselas, a menos que el monasterio tenga bosques, cotos de caza o madrigueras, o tenga el derecho a cazar en la propiedad que pertenece a otros, en el que podría haber conejos u otros animales salvajes. Ellos están autorizados a tener perros y tales aves, siempre y cuando no mantengan a los perros de caza en el monasterio o en las casas en que vivan o en el claustro, y los monjes no podrán estar presentes durante las cazas”7.
Esta es una ley que fue promulgada como parte de un concilio general o ecuménico de la Iglesia Católica. Según él, ningún monje puede ir en las cacerías. Si bien existe una excepción que se da para mantener a los perros de caza para los monjes que tienen «bosques, cotos de caza o madrigueras», no se da ninguna excepción para los monjes mismos de participar en la caza.
Ahora bien, supongamos que una banda de merodeadores malvados invadió y saquearon a cada monasterio remoto. Matan a todos los monjes, excepto uno. Tomando rehén al último monje, le ponen una venda y se lo llevan con ellos en un viaje de tres semanas por un desierto desconocido. Le dan a su rehén agua exclusivamente en el largo viaje. Al fin, se detienen en un bosque muy remoto. Y en su perverso sentido de misericordia y humor, la banda de ladrones deja en libertad al monje, dándole algún equipo de caza, y luego se retiran para saquear en otro lugar.
Muerto de hambre, confundido, y sin idea en dónde se encuentra, ¿podría el monje cazar para comer? ¿Podría cazar para vivir? Según los que postulan la NJS, tendría que adherirse a la ley de la Iglesia, caminar sin rumbo por el desierto con la esperanza de que una persona agradable esté en algún lugar en el área, y posiblemente morir una muerte miserable en su camino.
De acuerdo a un católico con sentido común y con una comprensión de la naturaleza de la ley de la Iglesia, la caza en este caso es otro ejemplo evidente de la epiqueya: una interpretación correcta «de una ley mediante la cual no se mantiene obligatoria en un caso particular por ocasión de algunas situaciones especiales difíciles»8.
De acuerdo a un católico con sentido común, el monje de inmediato podría cazar para comer y vivir y encontrar ayuda, y entonces sería capaz de continuar con su vocación para Dios. La ley prohibiéndole la caza es una ley de la Iglesia, una ley eclesiástica, una disciplina de la Iglesia, que se destina para el curso normal de acción, no en esta situación inusual. El legislador no previó o tuvo la intención de obligar a uno en un escenario como éste. Al igual que otras leyes, esta ley se puede cambiar y no es obligatoria en una necesidad.
Algunos podrían decir que estos ejemplos parecen algo irreales. Son muy poco probables, por supuesto, pero pueden demostrar un punto. Ellos demuestran que se pueden citar las leyes
(no dogmas) de los concilios ecuménicos pasados y, pensando erróneamente que la adhesión a esas normas es fidelidad a la Iglesia, como resultado caen en un error desastroso. Eso es precisamente lo que han hecho los defensores de la NJS. No entender la naturaleza propia de esas leyes puede llevar a la muerte espiritual o incluso, como acabamos de ver, la muerte física.
Pero hay muchos otros ejemplos que podrían darse. Si desea ver otro ejemplo más plausible de este principio, sólo tenemos que mirar cuidadosamente la primera parte del pasaje que ya fue citado del Concilio de Viena.
El Papa Clemente V, Concilio de Viena, Parte del decreto #14, 1311-1312: “Por lo menos una vez al mes, tanto dentro como fuera del monasterio, todos y cada uno de los monjes deben ir a la confesión (…) Todos [los monjes] siempre se abstendrán de la caza y la caza de aves”9.
He aquí otra ley del mismo concilio, del mismo decreto, y del mismo pasaje. Cada monje tiene que ir a confesarse al menos una vez al mes. Según la NJS, no hay ningún lugar para todos los monjes de hoy donde ir a la confesión, ya que esencialmente no hay quien para ellos sea considerado legal y, en posesión de la jurisdicción. Así que supongo que simplemente tienen mala suerte los monjes; según la NJS, estamos literalmente condenados si nos confesamos o no.
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, p. 2: “Pregúntele a su cura si él tiene jurisdicción, y sin duda le dirá que no. Él se excusará diciéndole que en «estos tiempos de crisis en la Iglesia» no lo necesita, o «la Iglesia suple la jurisdicción», o que es el «deseo de Cristo» para llevar a cabo su Iglesia, o «determinadas leyes canónicas le excusa», o cualquier número de ideas diferentes que pueden ocurrir. Pero, si él no tiene jurisdicción, entonces su Misa es una ilusión, sus pecados no son perdonados, y se ha convertido en un cómplice de su pecado”.
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas», edición inglesa, p. 6: “[citando a un sacerdote] «El ordinario local es la única fuente de donde la jurisdicción para oír confesiones (…) puede obtenerse»”.
Supongamos, por el bien del argumento, que la ley que exige que los monjes deban ir a la confesión una vez al mes se encuentra todavía en vigor – así como los defensores de la NJS suponen que todas las leyes eclesiásticas pasadas que citan se encuentran aún en vigor. ¿Acaso los monjes que son dejados en este día de la apostasía deben desobedecer esta ley del Concilio de Viena con el fin de cumplir con las leyes citadas por los defensores de la NJS? ¿Qué los monjes no deben desobedecer una ley promulgada por el concilio con el fin de obedecer a otra [ley] de un concilio diferente? ¿O es que esta ley del Concilio de Viena no obliga más? No importa de qué manera los defensores de la NJS responden al dilema, solo les queda aprobar un caso inevitable de la epiqueya. Sin embargo, la epiqueya es un principio que atacan. Uno de ellos incluso la llamó ignorantemente horrible en este sentido (como veremos). Esperemos que los que todavía no comprenden este principio están empezando a ver que hay una diferencia fundamental entre las leyes que tengan relación con el gobierno de la Iglesia y las verdades inmutables de la fe y costumbres.
ELLOS DIRÁN: SON BUENOS ALGUNOS PUNTOS A MENCIONAR SOBRE LAS LEYES DE LA IGLESIA, ¿PERO ACASO ESTE PRINCIPIO SE PUEDE APLICAR A LOS CASOS DE JURISDICCIÓN PARA LAS CONFESIONES?
Bueno, dirán, usted tiene razón sobre algunas de estas leyes de la Iglesia. Puede haber una excepción a esta ley sobre las ballestas y el de la caza y el de ir a la confesión y algunos otros,
¡PERO NO SOBRE LA JURISDICCIÓN PARA LAS CONFESIONES! Eso es diferente, dicen. El tener jurisdicción para las confesiones está ligado con el dogma. Como la mencionada defensora de la NJS trata de expresarlo:
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, p. 14: “Como pueden ver, la Iglesia ha sido a través de los siglos, unánime en sus enseñanzas sobre la jurisdicción, y sería contradictorio que esta Iglesia infalible de Cristo hiciera excepciones a sus propias reglas para explicar de manera diferente en otra parte su enseñanza, o, para coincidir con varias ideas sobre la
«crisis» en la Iglesia que vemos hoy. Porque así como el Papa San Bonifacio declaró en el Concilio de Éfeso (431): «Nunca, en efecto, fue lícito tratar nuevamente un asunto, que haya sido una vez establecido por la Sede Apostólica». (Denz. 110) En otras palabras Roma ha hablado – caso cerrado”.
En primer lugar, el pasaje que ha citado (Denz. 110) no es del Concilio de Éfeso, sino de una epístola al Papa San Bonifacio titulado «Retro maioribus tuis». En segundo lugar, el afirmar que es contradictorio que la Iglesia haga «excepciones a sus propias reglas» – «reglas» obviamente significa las leyes de la Iglesia – muestra, una vez más, una profunda ignorancia del tema. La Iglesia ha cambiado y ha hecho excepciones a muchas de sus reglas – sus leyes, no sus dogmas. Ese es precisamente el motivo por qué el Papa Benedicto XIV dijo que un Papa está por encima del derecho canónico.
El Papa Benedicto XIV, Magnae Nobis (#9), 29 de junio de 1748: “El Romano Pontífice está por encima del derecho canónico, pero cualquier obispo es inferior a la ley y en consecuencia no puede modificarla”10.
Cuando habla de «derecho canónico», este término se refiere a las leyes eclesiásticas o leyes de la Iglesia, como los ejemplos dados anteriormente. Así es como el arzobispo Cicognani – un profesor de derecho canónico en el Instituto Pontificio de Derecho Canónico y Civil en Roma antes del Vaticano II – lo definió: “El derecho canónico se puede definir como «el cuerpo de leyes hechas por la autoridad legal eclesiástica para el gobierno de la Iglesia».”11
El Papa Benedicto XIV, dice que el Romano Pontífice está por encima del derecho canónico, porque los Papas tienen el poder de cambiar las leyes canónicas – para hacer excepciones a ellos, para revolcarlas. Aquí hay sólo dos ejemplos:
1) El Papa Inocencio III en el Cuarto Concilio de Letrán en 1215 decretó que ningún nuevo orden religioso se debe instituir.
El Papa Inocencio III, Cuarto Concilio de Letrán, constitución 13, 1214: “No sea demasiado grande la variedad de órdenes religiosas que se preste a grave confusión en la iglesia de Dios, Nos prohibimos estrictamente que cualquier persona a partir de ahora funde una nueva orden religiosa. Del mismo modo, el que quiera fundar una nueva casa religiosa debe tener la regla y la institución de las ya aprobadas órdenes religiosas”12.
Sin embargo, es un hecho bien conocido que muchas completamente nuevas órdenes religiosas se establecieron después de este punto. He aquí un segundo ejemplo de la Iglesia cambiando o haciendo excepciones a sus reglas.
2) Con la plenitud de su autoridad papal, el Papa Clemente XIV suprimió solemnemente la Compañía de Jesús en una bula papal de 1773 titulado Dominus ac Redemptor noster.
El Papa Clemente XIV, Dominus ac Redemptor noster, 1773: “Declaramos que la sociedad antes mencionada de ser disuelta, suprimida, desbandada, y abolida por toda la eternidad (…) Declaramos todas sus oficinas, autoridades, y funciones a ser nulas y sin efecto…”
Pero el Papa Pío VII restableció a los jesuitas en su bula Sollicitudo ommium ecclesiarum, del 7 de agosto de 1814, después de su cautiverio en Francia. Estos son sólo dos ejemplos del principio que estamos discutiendo. Muchos otros se podrían dar.
Sin embargo, los Papas aún están obligados a seguir las leyes canónicas que promulgan. Y no tienen ningún poder y no están sobre los dogmas. Pero así como los Papas pueden cambiar tales leyes canónicas o eclesiásticas o hacerles excepciones, tales leyes pueden también dejar de aplicarse en circunstancias que no fueron previstos por el legislador o cuando un bien mayor está claramente en juego. Por lo tanto, que la citada autora anteriormente declare que la Iglesia no puede «hacer excepciones a sus propias reglas» es un grave error teológico que revela una ignorancia peligrosa de todo el tema de su libro.
Sin embargo, los dos errores citados anteriormente no son los más grandes de sus problemas, porque aquí voy a dar un ejemplo de precisamente lo que los defensores de NJS, como ella, dicen que es imposible.
LA PRUEBA DE QUE, EN PELIGRO DE MUERTE, LA IGLESIA DA JURISDICCIÓN A SACERDOTES QUE NUNCA SE LES DIO JURISDICCIÓN PARA OÍR CONFESIONES, POR TANTO, DEMOSTRA QUE EXISTE LA JURISDICCIÓN SUPLIDA – REFUTANDO EL PRIMER PILAR DE LA NJS
Ahora vamos a ver que un sacerdote que no tiene jurisdicción para las confesiones de alguna manera lo consigue para absolver a alguien en peligro de muerte. Vamos a citar el Código de
Derecho Canónico de 1917 (la colección más reciente de leyes eclesiásticas) para probar el punto.
Canon 872, Código de Derecho Canónico de 1917: “Para absolver válidamente de los pecados se requiere en el ministro, además de la potestad de orden, potestad de jurisdicción, ordinaria o delegada, sobre el penitente”.
Canon 879 §1, Código de Derecho Canónico de 1917: “Para oír válidamente confesiones es necesaria la jurisdicción concedida expresamente por escrito o de palabra”.
Aquí vemos que el Código de Derecho Canónico establece que la jurisdicción es necesaria para la absolución, y que la jurisdicción (sino como parte de un oficio) es sólo delegada por escrito o de palabra. Pero esperen un segundo… miren esto:
Canon 882, Código de Derecho Canónico de 1917: “En peligro de muerte, todos los sacerdotes,aunque no estén aprobados para oír confesiones, absuelven válida y lícitamente a cualesquiera penitentes de toda clase de pecados y censuras, por muy reservados y notorios que sean…”
Vemos que el canon 882 enseña que los sacerdotes que nunca fueron aprobados para las confesiones (es decir, que nunca se le dio jurisdicción por el canal normal) válidamente pueden absolver a cualquiera en peligro de muerte. ¿Cómo recibieron jurisdicción estos sacerdotes cuando no se les dio por escrito o de palabra? Los defensores de la NJS dijeron que eso era imposible, ¿recuerdan?
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas», edición inglesa, p. 6: “[citando a un sacerdote] «El ordinario local es la única fuente de donde la jurisdicción para oír confesiones (…) puede obtenerse»”.
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, p. 10: “Hoy estarían los Apóstoles horrorizados el ver lo que se ha añadido al significado de la Tradición, es decir, la epiqueya, el error común y la suplida jurisdicción de la Iglesia, o cualquier otra cosa que puede sonar plausible para los desprevenidos, para sancionar a estos engaños”.
Podemos ver que esta defensora de la NJS está completamente errada, una vez más. Ha sido refutada, [en] el principio central de su argumento, a saber, que no pueden darse excepciones a la forma en que la jurisdicción se concede a los sacerdotes para oír confesiones. Vemos claramente que todos los sacerdotes, incluso los que nunca fueron aprobados para las confesiones y por lo tanto nunca se les dio la jurisdicción del ordinario local por palabra o de escrito, la consiguen de alguna manera para absolver en peligro de muerte. ¿Cómo la consigue [consiguen]? La respuesta es que la reciben suplida de forma automática por la Iglesia para la salvación de las almas. Se llama jurisdicción suplida, que es una parte de la doctrina católica, no importa cómo los defensores de la NJS en gran parte quieran atacarla y basurearla. Por eso es que el Código de Derecho Canónico también menciona explícitamente que las personas
excomulgadas pueden administrar los sacramentos (incluyendo el Sacramento de la Penitencia)
en ciertos casos.
Canon 2261 §2-3, Código de Derecho Canónico de 1917: “§2. Pueden los fieles, (…) pedir por una causa justa cualesquiera Sacramentos o Sacramentales a un excomulgado, sobre todo si no hay otros ministros (…) §3. Pero a los excomulgados vitandos y a otros excomulgados, cuando ha mediado sentencia condenatoria o declaratoria, sólo en peligro de muerte pueden los fieles pedirles tanto la absolución sacramental, a tenor de los cánones 882 y 2252, como también, si no hay otros ministros, los demás Sacramentos y Sacramentales”.
La jurisdicción suplida forma parte de la jurisdicción subdelegada. Es jurisdicción subdelegada de forma automática a un sacerdote por la misma Iglesia. El hecho de que existe también es por qué el concepto se menciona en el canon 209 del Código de Derecho Canónico de 1917:
Canon 209, Código de Derecho Canónico de 1917: “En caso de error común o de duda positiva y probable, tanto de derecho como de hecho, la Iglesia suple la jurisdicción así en el fuero externo como en el interno”.
Pero hay más, mucho más.
LA NJS HA COMENZADO A DERRUMBARSE: ANALICEMOS SU ERROR PRIMARIO
A este punto, los defensores de la NJS deben inquietarse. Esto se debe a que cualquier lector honesto y atento, puede ver que uno de los pilares de la NJS ya ha sido refutado. Su posición se basa en la afirmación de que la Iglesia no puede suplir la jurisdicción automáticamente a un sacerdote que no se le dio de manera normal o discernible. Pero acabamos de demostrar que la Iglesia sí suplirá automáticamente a todos los sacerdotes en peligro de muerte, incluyendo a aquellos que nunca se les dio antes.
Antes de proceder con un golpe aún más aplastante, debemos hacer un alto para hacer una buena nota del error primordial de la NJS.
El error principal de los defensores de la NJS es la imposibilidad de hacer distinciones apropiadas. Muchas herejías de los protestantes son por el resultado de una falta en hacer distinciones apropiadas. Por ejemplo, el error principal de Lutero que la justificación por la fe sola fue enseñada en Romanos 3,28 fue por resultado de haber fracasado en hacer una distinción. Lutero no pudo ver que cuando San Pablo dice que la justificación ocurre «sin las obras de la ley» (Romanos 3,28), San Pablo se refiere exclusivamente a las obras de la Antigua Ley (por ejemplo, la circuncisión), no todas las obras. En otras palabras, la justificación viene por la fe o la religión de Cristo, no de las obras de la Antigua Ley.
El error de la NJS resulta de la falta de distinción entre la naturaleza de las leyes eclesiásticas (que pueden ser cambiadas y modificadas y pueden dejar de aplicarse) y las verdades inmutables de la ley divina (por ejemplo, los dogmas de fe), como se mencionó anteriormente. Pero hay una distinción aún más sutil que es la clave de esta cuestión y para refutar su error.
Esta distinción fundamental es entre la necesidad de tener jurisdicción, que es de derechodivino, y la forma en que la jurisdicción se distribuye en la Iglesia, que es de la leyeclesiástica. Esta distinción es de suma importancia en la comprensión apropiada de este problema.
Dado que no existen excepciones de tener jurisdicción para que un sacerdote absuelva válidamente, hay muchas cosas que pueden ser citadas haciendo hincapié de la necesidad de tener jurisdicción; pero no son, con el fin de su argumentación, para tratar este caso. Los defensores de la NJS deben probar que no hay excepciones a la forma en que la jurisdicción se distribuya en la Iglesia. No solamente no pueden demostrar eso, sino todo lo contrario como se acaba de probar: los sacerdotes que nunca se les dio la jurisdicción se les concede automáticamente por la Iglesia en peligro de muerte. Por lo tanto, como vamos a seguir viendo, las leyes que gobiernan la forma en que la jurisdicción es impartida por la Iglesia pueden cambiar, pueden tener excepciones, y pueden dejar de aplicarse en una necesidad, porque no son más que leyes eclesiásticas.
Cuando un convencido defensor de la NJS se le presenta algunos de estos hechos – por ejemplo, el canon del Código de 1917 que reconoce que los sacerdotes que nunca les fue dada la jurisdicción pueden absolver en peligro de muerte – comienza a ver (si posee una pizca de honestidad) que su argumento se cae lentamente. Lamentablemente, sin embargo, en la mayoría de los casos, la persona, entonces comienza a retorcerse, agarrarse a pajitas, y protesta irracionalmente en un intento de salvar la posición insalvable.
Por ejemplo, había presentado en una conversación estos puntos demostrados anteriormente a una pareja casada llamados Brian y Laura K. Ellos eran defensores feroces de la NJS. Brian K. había escribido una obra corta defendiendo la NJS que estaba cargada con errores teológicos y aplicaciones incorrectas. Un tiempo después de haber escrito esta obra empezaron a seguir a un cismático chiflado del suroeste quién alegaba que él era el testigo del Apocalipsis, quien ha escrito documentos descaradamente cismáticos y contradictorios, y afirmó ser un profeta mientras admitía que él era un hereje. Ellos, por lo tanto, se convirtieron en cismáticos y por cierto dejaron la Iglesia Católica. A mi entender, desde entonces, ellos han abandonado su secta, aunque sirve para mostrarnos como teológicamente erróneos tienden a ser los defensores de la NJS.
En mi conversación con Brian y Laura K., les demostré que el mismo Código de Derecho Canónico indica que los sacerdotes que nunca se les dio jurisdicción antes la tienen suplida en peligro de muerte. Luego les expliqué que esto viola una premisa fundamental de su argumento. Ellos respondieron al decir que esto es solo en peligro de muerte, ignorando el hecho que, incluso si solo fuera en peligro de muerte, todavía refuta su alegación: que la jurisdicción suplida a un sacerdote fuera de la manera normal de aprobación es inadmisible y una ficción.
Entonces, con el fin de destruir completamente la NJS, uno debe examinar si hay alguna prueba de que un sacerdote independiente, que todavía no ha sido aprobado para las confesiones, o incluso si fue aprobado su ordenación por una verdadera autoridad eclesiástica, ¿puede tener jurisdicción para oír confesiones y llevar a cabo una apostolado bendecido por Dios día tras día y NO SOLAMENTE PARA LAS ALMAS QUE ESTÁN EN PELIGRO DE MUERTE? Si podemos demostrar esto, entonces no hay nada más que un defensor de la NJS podría exigir
razonablemente al ver que su posición ha sido torpedeada, completamente destruida, y dejada hundirse en el fondo del océano. El caso del gran San Vicente Ferrer nos da esta prueba.
AQUÍ ESTÁ LA PRUEBA DE QUE LA IGLESIA DA JURISDICCIÓN A LOS SACERDOTES INDEPENDIENTES QUE NO FUERON APROBADOS PARA LAS CONFESIONES O NI SIQUIERA FUE APROBADA SU ORDENACIÓN POR LA VERDADERA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA, QUE ESTABAN OPERANDO DÍA TRAS DÍA Y NO SOLAMENTE EN PELIGRO DE MUERTE
EL CASO DE SAN VICENTE FERRER DESTRUYE Y ENTIERRA POR COMPLETO LA NJS
San Vicente Ferrer (1350-1419) fue un extraordinario santo dominico que vivió durante los tiempos tumultuosos del Gran Cisma de Occidente. Como esta discutido en mi artículo sobre El Gran Cisma de Occidente (1378-1417), este periodo extraordinario de la historia de la Iglesia se vio una enorme confusión, múltiples antipapas, antipapas en Roma, un antipapa reconocido por todos los cardenales, y en un tiempo tres reclamantes competían por el Papado. Enfocándose en la carrera de San Vicente Ferrer también sirve para destruir la NJS.
Fue en 1378 que fue rechazada la elección válida del verdadero papa, el Papa Urbano VI, finalmente por todos los cardenales, como esta discutido en el artículo ya mencionado. Estos cardenales luego procedieron a elegir su propio «papa» en Aviñón. Este era el antipapa Clemente VII, que fue un antipapa precisamente porque era válida la elección del Papa Urbano VI como el verdadero Papa. El 9 de agosto de 1378, el Papa Urbano VI publicó una excomunión contra el antipapa Clemente VII y a todos los cardenales que tomaron parte en la «elección» del antipapa.
San Vicente Ferrer fue ordenado durante este periodo, en el año 137913, después que había empezado el Gran Cisma de Occidente. San Vicente Ferrer era de España. Poco después del cisma, España sometió su obediencia al antipapa Clemente VII. Como señala The Catholic Encyclopedia [La Enciclopedia Católica, edición inglesa], «En 1379 Vicente fue apoyado por el cardenal Pedro de Luna, legado de la corte de Aragón, que se esforzaba para ganar la obediencia del Rey Pedro IV a Aviñón [es decir, el antipapa]. El santo [Vicente Ferrer], completamente convencido de la legitimidad de las reivindicaciones de los pontífices de Aviñón, fue uno de sus más fuertes defensores»14.
El cardenal Pedro de Luna – el cardenal mencionado en la cita anterior de haber tenido una relación cercana con San Vicente – fue uno de los cardenales que rechazó al Papa Urbano VI y tomo parte en la «elección» del antipapa Clemente VII. Como ya fue mencionado anteriormente, el cardenal de Luna fue excomulgado, junto con los otros cardenales, por el Papa Urbano VI. De Luna con el tiempo se convertiría el antipapa Benedicto XIII, el segundo antipapa de Aviñón durante la Gran Cisma de Occidente. Él fue sucesor del antipapa Clemente VII de Aviñón.
Fue el mismo excomulgado cardenal de Luna (el futuro antipapa Benedicto XIII) quién ordenó a San Vicente Ferrer.15 Por lo tanto, los antipapas de Aviñón y los que estaban bajo ellos constituyeron la «autoridad» bajo cual San Vicente Ferrer fue ordenado sacerdote, mandado a predicar, y aprobado para confesar. San Vicente fue ordenado bajo un antipapa quién erróneamente (y de buena fe) él creyó que era el verdadero Papa en aquel momento. (Estaba de buena fe porque los antipapas a quien él seguía no eran herejes manifiestos, pero sobre ello explicaré más adelante). Él no fue ordenado bajo un ordinario legal de la Iglesia Católica, y no fue mandado ni le fue dada la jurisdicción por un ordinario legal de la Iglesia Católica para oír confesiones. Ese es un hecho.
Según aquellos que sostienen la NJS, este es un caso claro: San Vicente Ferrer no pudo haber recibido jurisdicción para oír confesiones. (Ya he dejado bien en claro que ellos desprecian la idea de excepción a este respecto). Por lo tanto, fueron inválidas todas las confesiones que él escuchó en su amplio apostolado. De acuerdo con su posición, San Vicente debe ser considerado como uno quién estaba operando como un renegado sin la verdadera aprobación eclesiástica, quién no tuvo ninguna jurisdicción para oír confesiones (por tanto, no estaba absolviendo válidamente) y no estaba autorizado para predicar. Permítaseme citar una de ellas nuevamente para ilustrar el punto:
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, p. 6: “[citando a un sacerdote] «El ordinario local es la única fuente de donde la jurisdicción para oír confesiones (…) puede obtenerse»”.
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, p. 22: “Un obispo no puede consagrar con la excomunión que pesa sobre su cabeza. No hay ley que lo permita (…) cualquier sacerdote ordenado en virtud de ello también está suspendido, y sus Misas son un sacrilegio y nulas de poder divino”.
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, p. 28: “A partir de estas breves reseñas (…) se puede demostrar que la epiqueya no puede de ninguna manera ser utilizada por el clero en el movimiento tradicional para apoyar la creencia de que la mente del legislador, si pudo haber previsto la crisis en la Iglesia, no se debiera haber resistido a su manera, ya que ellos funcionan fuera de los perímetros establecidos por la Iglesia”.
Barbara Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición inglesa, pp. 33-34: “… ¿cómo pueden estos usurpadores reclamar que la Iglesia les suplirá jurisdicción cuando esta misma Iglesia nunca los envió en primer lugar? (…) Nadie nunca ha tenido el permiso, o la justificación para entrar en una diócesis e instalarse sin la aprobación y el permiso del obispo local. No hay ninguna ley en absoluto que sancione esto. ¡Ninguna! San Juan nos dice que el que sube por otra parte y no entra por la puerta, Cristo los llama «ladrones y salteadores». Esto significa que los que vinieron por su propia voluntad sin ser llamado (…) Ella [la Iglesia] no puede suplir la jurisdicción a sacerdotes que ella nunca envió en primer lugar, y todos los sacerdotes deben ser válidamente, además de lícitamente, ordenados para recibir incluso la jurisdicción en primer lugar”.
Su posición es clara: los sacerdotes no puede recibir jurisdicción suplida que no sean «enviados» en primer lugar o aprobados de la manera normal. No es posible. Por lo tanto, de acuerdo con la NJS, San Vicente Ferrer no tuvo jurisdicción. ¡No hay absolutamente NINGUNA MANERA de evitar esta conclusión!
Ahora, San Vicente es un santo canonizado. Con esto basta para demostrar que no eran inválidas las confesiones que él estaba escuchando de sus multitudes de conversos y penitentes,
¡y por lo tanto que él tenía jurisdicción suplida automáticamente! ¡San Vicente no era un converso que comenzó como un cismático y que luego se convirtió en un católico! ¡No, él estaba obrando milagros durante ese tiempo! ¡Es absurdo afirmar que él no tenía jurisdicción y que todas sus confesiones fueron inválidas!
¡Un santo puede estar equivocado por algún tiempo sobre la identidad del verdadero Papa, como lo estuvieron muchos católicos – pues esto no está directamente incompatible con la fe a menos que uno haya visto la evidencia pertinente para hacer la conclusión adecuada – pero él no puede ser considerado un santo o piadoso mientras que esté operando un apostolado cismático como un usurpador renegado que está en violación de la leyes de la Iglesia y llevando a las almas por el mal camino por haber supuesto que era capaz de perdonar pecados cuando, en realidad, no puede! A medida que avancemos, además estableceré que la Iglesia ha sancionado el apostolado sacerdotal de San Vicente, incluso cuando estaba equivocado en haber seguido a los antipapas de Aviñón – y, por lo tanto, cuando no pudo haber tenido jurisdicción según los (ahora refutados totalmente) defensores de la NJS.
San Vicente fue canonizado por el Papa Calixto III en 1455. La bula de canonización fue publicada por el Papa Pío II después de la muerte del Papa Calixto III. Según los biógrafos, San Vicente Ferrer obro más de mil milagros. San Vicente Ferrer obró tantos milagros que, en su juicio de canonización, ellos «detuvieron la enumeración de los milagros válidos después de haber superado los 800”16.
También se estima que convirtió a cientos de miles por su predicación. «En una obra titulada Juehasin, se relata que en el año 1412, el Fray llamado Hermano Vicente [es decir Vicente Ferrer], habiendo predicado a los judíos, estos últimos renunciaron a su ley en un número de más de doscientos mil».17 Algunos dicen que el número de los judíos conversos era cerca de 100.000. Sinagogas enteras se convirtieron y se convirtieron en iglesias18.
San Vicente convirtió a tantos judíos que él parece haber considerado su éxito como el cumplimiento de las profecías acerca de los judíos conversos antes del fin del mundo.
San Vicente Ferrer: “El Fin del Mundo no puede estar muy distante, y el reino de Dios está cerca. ¿Acaso Nuestro Señor mismo no dijo que el fruto de la higuera anuncia el próximo verano? (…) Ni tampoco es más infructuosa la higuera judía, ya que vemos a diario produciendo frutos abundantes y más selectos en cada ciudad de España”19.
También se hacía llamar el Ángel de Apocalipsis 14,6. Resucitó a una mujer de entre los muertos para demostrarlo.


“En  Salamanca había  resucitado a una  mujer,  para  demostrarle a su  audiencia que  él
mismo  era el Ángel Precursor del Juicio, anunciado en el Apocalipsis [Apoc. 14,6]”20.

Antes  de seguir,  quiero hacer  notar  que  yo sí creo que  San Vicente  Ferrer  fue, de hecho,  aquel descrito en  Apocalipsis 14,6.   Algunos dicen  que  San  Vicente  estaba   exagerando o  que  en realidad no lo decía  en serio  o que  simplemente estaba  equivocado.  El hecho  es que  no todos los eventos descritos en el Apocalipsis predicen cosas que ocurrirán solamente unos  años  antes de la Segunda Venida  de  Cristo.   Ellos describen un  momento importante en la historia de la Iglesia  que  marca   una   importancia apocalíptica porque  ellos  cambiarán  al  mundo en  una manera que  lo determinará para  el resto  de su historia y especialmente hacia  los últimos días. Un  ejemplo  de  esto  sería  la  rebelión protestante de  Lutero.    Este  fue  un  evento que  desató demonios  por   toda   la   Tierra   en   formas  de   perversiones  diabólicas  del   Evangelio  que entramparían a  millones de  almas.     El P.  Herman  Kramer, que  estudió el  Apocalipsis por muchos años y escribió  sobre ello un libro bien conocido, sostuvo la opinión (con muchos otros) que la rebelión protestante se describe en el capítulo 9 del Apocalipsis.21

Es  interesante  que   San  Vicente   viviera  solo  100  años   antes   de   este   evento  apocalíptico. Entonces, así como  algunos de estos  eventos, que  han  sido  predichos que  ocurrirían antes  del final, no necesariamente pasaran a pocas  generaciones o a pocos  años  antes  del fin, igualmente creo  que  algunos han  errado pensando que  justo  antes  del  fin del  mundo debe  de  haber  una conversión masiva de judíos.   El mismo Nuestro Señor  anuncia que  casi no habrá ninguna fe (Lucas  18,8).  La verdad, en mi opinión, es que  San Vicente  estuvo correcto  que  su conversión masiva de judíos  – además de los muchos judíos  convertidos por  otros  en las Edades Medias – constituyó el cumplimiento de la profecía que  ahora se habla  comúnmente sobre  la conversión judía   antes   del   fin  del   mundo.    Quiero   hacer  notar  un  punto   para  demostrar   que   la proclamación de San Vicente  de haber sido  el Ángel  del Apocalipsis 14,6 es muy plausible. (San  Vicente  también convirtió a  multitudes de  herejes  y  musulmanes, aunque no  muchos musulmanes como judíos22).

SE LE DICE A SAN VICENTE QUE VAYA A «PREDICAR» AUNQUE ÉL NUNCA FUE ENVIADO OFICIALMENTE, POR TANTO REFUTA OTRA AFIRMACIÓN FAVORITA DE LOS DEFENSORES DE LA NJS


Ahora,  tratemos más profundamente sobre esto para  ver aún  más claramente la verdad.  Era en el mismo año que San Vicente Ferrer  comenzó a oír confesiones del antipapa Benedicto  XIII – el año 1396 –23 en que Nuestro Señor se le apareció según  se dice y le declaró:  «Levántate, pues,  y  ve a predicar contra  el vicio, que  por  esto te he elegido  especialmente.  Exhorta  a los pecadores al arrepentimiento, ya que mi juicio está cerca»24.  Esta «maravillosa aparición, grabada por los más antiguos biógrafos del santo,  es tanto  más digna   de  fe  en  la  medida en  que  el  mismo   San  Vicente  lo  confirmó en  una  carta  que  le  escribió  a Benedicto  XIII quince  años  más  tarde»25.    ¡En un  momento más  demostraré que  la autoridad papal ha aprobado esta visión!

¡Por lo tanto, se le dijo a San Vicente  por Nuestro  Señor que vaya a «predicar» en un tiempo  cuando él nunca había sido  «enviado»  a predicar u oír confesiones de una manera normal!   Esto es fascinante y muy  importante porque los  defensores de  la  NJS no  solamente dicen  que  el sacerdote no  puede oír

confesiones válidamente  por  no  haber  recibido la  aprobación de  la  manera normal, ¡sino que  pecan CUANDO PREDICAN!    ¡Sin  embargo, estos  defensores de  la  NJS  hipócritamente no  tienen   ningún problema en  violar  la ley  canónica que  prohíbe al laico  publicar libros  sobre  teología  o sobre  Sagrada Escritura sin la aprobación del ordinario legal!

Canon   1385  §1  del  Código   de  Derecho   Canónico  de  1917  requiere  que  sean  aprobados  de antemano por un ordinario legal todos  los libros publicados por laicos sobre  temas  de teología  o Sagrada Escritura.

Ellos  no  tienen   ningún problema en  violar  la  ley  canónica   – y  si  la  hubieran obedecido muy  pocas personas hubieran sido engañadas por sus falsos puntos de vista sobre la jurisdicción – pero, no obstante, los  defensores de la NJS declaran que predicar no puede  hacerse lícitamente a menos  que uno fuere
«enviado»  de una manera normal.   Algunos sostienen esta  posición variadamente.   Por  ejemplo,  un  P. Egregyi  sostiene  (y quizás  todavía sostiene)  que uno puede oír confesiones lícita y válidamente – algo que rechazan los defensores de la NJS – pero  que  uno  no puede predicar sermones, ¡no sea que  uno  viole la ley canónica!  ¡Qué ridículo incluso  para  el sentido común católico!

Los defensores de la NJS gustan citar  el siguiente pasaje  del Denzinger con el fin de intentar probar su posición:

El Papa  Pío IV, Concilio de Trento, sesión  23, sobre  el Sacramento de  la Ordenación, can.  7: “Si alguno dijere  que  los obispos  no son  superiores a los presbíteros, o que  no tienen  potestad de confirmar y ordenar, o que  la que  tienen  les es común con los presbíteros, o que  las órdenes por ellos  conferidas  sin  el  consentimiento o  vocación   del  pueblo o  de  la  potestad secular,   son inválidas,  o que aquellos que no han sido legítimamente ordenados  y enviados por la potestad eclesiástica y canónica, sino que proceden de otra parte, son legítimos ministros de la palabra y de los sacramentos, sea anatema”26.

El latín original de la parte  pertinente del pasaje dice:

“Si  quis  dixerit  (…) ordines ab  ipsis  [episcopis] collatos  sine  populi vel  potestatis saecularis consensu aut  vocatione irritos  esse;  aut  eos,  qui  nec  ab  ecclesiastica et  canonica potestate rite ordinati nec  missi  sunt,  sed  aliunde veniunt, legitimos esse  verbi  et sacramentorum minstros: A.S.”27.

Una traducción más exacta de este pasaje frecuentemente citado es el siguiente:

“Si alguno dijere  (…) que  las órdenes por  [obispos]  conferidas sin el consentimiento o vocación del pueblo o de la potestad secular,  son inválidas, o que  aquellos que  no han  sido  ordenados  y enviados por la potestad  eclesiástica y canónica,  sino que  proceden de otra  parte,  son legítimos ministros de la palabra y de los sacramentos, sea anatema”.

La frase que fue traducida en Denzinger como «legítimamente ordenados», que a los defensores de la NJS lo entienden con  el sentido de  aprobación normal por  un  ordinario legal,  en  realidad se refiere  a ser ordenado válidamente con las ceremonias apropiadas.  El latín  es «rite ordinati».  Sin embargo, hasta  en la traducción de Denzinger creo que se puede ver.

No  obstante,  con  esta  última  traducción  más  correcta,   se  puede ver  claramente  que  el  canon   está condenando la  idea  de  que  los  que  no  han  sido  ordenados válidamente ni  enviados son  legítimos ministros de  la  palabra y  de  los  sacramentos.   En  otras  palabras, aquellos que,  como  los  ministros protestantes, asumen los cargos  de predicar o suministrar los sacramentos sin una  ordenación apropiada o aprobación canónica,  no son ministros legítimos de la palabra.  Por ejemplo,  no son ministros legítimos

los que han sido llamados por personas sin la ordenación adecuada según  los ritos de la Iglesia.   Tendría sentido que  personas tales como estas  son los que  están  denominadas por  el anatema del canon,  porque esto es precisamente lo que  está  condenado en el cap.  4 del  Decreto  sobre  el Sacramento del  Orden en Trento:

El Papa  Pío IV, Concilio de Trento, Decreto  sobre el Sacramento del Orden, cap. 4: “Enseña además el santo  Concilio  que en la ordenación  de los obispos, de los sacerdotes  y demás órdenes  no se requiere  el consentimiento, vocación  o autoridad  ni del pueblo ni de potestad  y magistratura secular  alguna,  de  suerte  que  sin  ella  la  ordenación   sea  inválida; antes  bien,  decreta  que aquellos que  ascienden a ejercer estos  ministerios llamados   e  instituidos solamente por  el pueblo o por la potestad  o magistratura secular y los que por propia temeridad  se los arrogan, todos ellos  deben  ser tenidos no por ministros de la Iglesia,  sino por ladrones y salteadores que no han entrado por la puerta”28.

Un sacerdote o un obispo  que está operando un apostolado independiente para  la salvación de las almas (predicar, oír confesiones, publicar) en una  situación inusual o una  crisis, no está asumiendo un cargo  u oficio.    Eso  es  lo  que  no  entienden los  defensores de  la  NJS.   Un  tal  sacerdote solo  está  actuando simplemente para  la salvación de las almas.   Por  tanto,  ningunas de estas  citas  de Trento  prueban que todos  los  sacerdotes u  obispos   sin  la  aprobación normal de  un  ordinario de  la  Iglesia  son  ministros ilegítimos de la palabra o de los sacramentos.  Si lo hicieran, entonces San Vicente Ferrer  hubiera sido un ejemplo  principal de  un  tal  «ladrón» y «salteador» que  no  fue  «enviado».    Pero  no,  él fue  un  santo canonizado.

Aunque San Vicente nunca recibió jurisdicción para  oír confesiones, él las escuchó  válidamente porque la jurisdicción le fue suplida.  Aunque nunca fue «enviado» o encargado a predicar de una  manera oficial y normal por  cualquier ordinario, Nuestro Señor  lo llamó  específicamente para  predicar y él convirtió a multitudes.  Esto es lo que  afirmó  Nuestro Señor porque  para el fin de ser «enviado»  por la Iglesia,  no tiene que tener todos los requisitos normales  del derecho canónico.   Son solamente leyes  eclesiásticas. Un  sacerdote  que   está  operando  para   la  salvación  de  las  almas   en  una   situación  que   es  única   y extraordinaria, y que  por  tanto  no puede recibir  la aprobación normal, es enviado automáticamente por Dios y la Iglesia (así como San Vicente).

Juan 20, 21-23 “Y otra  vez les dijo: Paz a vosotros.  Como el Padre me envió,  así también  yo os envió.   Y dichas  estas palabras, sopló  sobre  ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.   A los que perdonareis  los pecados,  perdonados les son; y a los que se los retuviereis,  les son retenidos”.

El siguiente canon  del Cuarto Concilio  Lateranense demuestra que  en realidad es un  deber del sacerdote católico celebrar  la Misa, administrar los sacramentos y predicar.  También es el deber  de los obispos  que puedan suministrar a la Iglesia con tales sacerdotes para  que lo hagan.  En tiempos normales, este deber del sacerdote es regulado por la Iglesia con el fin de que aquellos que la realizan deban primero obtener un permiso específico.    Pero  las  leyes  eclesiásticas, que  normalmente regulan el permiso para  hacer  tales cosas  no proporcionan ningún obstáculo cuando los que  otorgarían permisos no estarían disponibles y hay  una  necesidad real  de  llevar  a cabo  estas  tareas  que  están  tan  conectadas con  la salvación de  las almas.

El Papa  Inocencio  III, Cuarto Concilio Lateranense, constitución 9, 1215: “Dado  que  en  muchos lugares los pueblos de diferentes lenguas viven  en una  misma  ciudad o diócesis,  teniendo una  fe, pero  diferentes ritos  y costumbres, por  lo tanto,  Nos  ordenamos  estrictamente  a los obispos de tales  ciudades   y  diócesis, que  proporcionen  hombres   aptos  para   hacer  lo  siguiente en  los diversos ritos  y  lenguas:  celebrarles  los  oficios divinos, administrar  los  sacramentos  de  la Iglesia,  e instruirlos  en la palabra divina”29.

LA AUTORIDAD PAPAL APRUEBA LA VISIÓN  EN LA CUAL A SAN VICENTE SE LE HABÍA DICHO QUE FUERA A
«PREDICAR» ANTES DE QUE ÉL FUERA «ENVIADO»
OFICIALMENTE O DADO JURISDICCIÓN POR UN ORDINARIO LEGAL DE LA IGLESIA CATÓLICA

El caso de San Vicente  prueba de manera evidente que  para  ser enviado por  la Iglesia  uno  no tiene   que   ser  enviado  «oficialmente» por   un   ordinario,  así  como   prueba  que   para   tener jurisdicción para  las confesiones (en una  necesidad o en una  situación inusual) uno no tiene que recibirla de un ordinario legal.  Ahora miremos más evidencia de que esto, de hecho,  es el juicio de la Iglesia Católica.

La bula publicada por el Papa  Pío II para  la canonización de San Vicente Ferrer  dice:

“En  los  países   de  Occidente aumentaba  el  número de  judíos   e  infieles,  que  por  su riqueza y su cultura de las letras  ejerció una  influencia fatal.   El Último  Día, el terrible Día del Juicio, casi fue olvidado, pero  la Divina  Providencia se complació en restaurar y embellecer su Iglesia  por  hombres ilustres.  En un  momento favorable envió  al mundo, para   la  salvación  de  los  fieles,  a  Vicente   de  Valencia,   de  la  Orden de  los  Frailes Predicadores, profesor hábil  de teología sacra  (…) Como  un atleta  vigoroso, se apresuró a combatir los errores de  los judíos,  los sarracenos y otros  infieles:  él era el Ángel  del Apocalipsis,  volando  por   los   cielos   para   anunciar  el  día   del   Juicio   Final,   para evangelizar a los habitantes de la tierra,  para  sembrar las semillas de la salvación entre todas   las  naciones, tribus,  pueblos  y  lenguas ,  y  para   señalar el  camino   a  la  vida eterna.”30

El Papa  Pío II identifica a San Vicente como el Ángel  del Apocalipsis.  Esto es muy  significativo, puesto que al aprobar este título  para  él, el Papa  por tanto,  presta su apoyo papal a esta misma visión  en  la  cual  Dios  le  mandó  a Vicente  ir a predicar  y  le  informó  sobre  su  ministerio apocalíptico. Recuerden, esta visión  importante, donde se le dice a San Vicente  de ir a predicar y sobre  su  ministerio, que  ocurrió (cómo  es dicho  anteriormente) en  1396, cuando todavía él estaba   siguiendo al  antipapa de  Aviñón y  antes   de  que  fuera   aprobado por  un  ordinario verdadero de  predicar o  confesar o  de  cualquier  función sacerdotal31.   Por tanto,  tenemos autoridad   papal  que   el   apostolado  de   San   Vicente   de   predicar,   de   administrar   los sacramentos  y de oír confesiones fueron  legítimos en el mismo  tiempo  cuando,  según los de la  NJS, él  no  pudo  haber  tenido   posiblemente  la  jurisdicción para  las  confesiones o  el derecho de predicar y que estaba actuando como un renegado.   Consideren esto como el clavo para el ataúd de la posición «ningún sacerdote independiente de hoy día tiene jurisdicción».

Como   nota   final   en   esta   sección,   también  es  interesante  el  considerar  la  bula   que   fue promulgada por  el Papa  Martín V en  1418, poco  después de  que  terminó el Gran  Cisma  de Occidente.  La bula  era titulada Ad evitanda scandala. Esta bula  significantemente retractó la ley con  respecto sobre  la obligación de  evitar  a aquellos que  son  supuestamente excomulgados.32
Esto  fue  con  la intención de  hacer  más  fácil la transición en tiempos muy  confusos del  Gran
Cisma  de Occidente.  Lo que es muy  importante sobre  el propósito de este artículo es que nada

se  mencionó sobre  el  problema de  la  jurisdicción.    En  otras  palabras, no  solamente había muchos sacerdotes operando que  nunca fueron aprobados o enviados por  un  ordinario legal, sino otros  sacerdotes y obispos que operaron con incluso  mayores grados de irregularidad; por ejemplo, los sacerdotes que  fueron ordenados por  obispos que  ellos mismos fueron ordenados por  obispos que  fueron parte del  cisma  original.  Si todos  estos  sacerdotes y obispos estaban operando sin la suplida jurisdicción o por  otra  parte – y por  lo tanto  fueron inválidas todas  las numerosas  confesiones oídas   durante el  Gran   Cisma   de  Occidente  por  estos  sacerdotes  y obispos – uno  pensaría que el reparar ese problema severo hubiera tenido una  prioridad de parte del Papa  Martín V al final del Gran  Cisma  de Occidente.  Pero nada se mencionó, simplemente porque es falsa la posición de la NJS y la corrupción de los principios católicos  sobre  los que se basa.   Sí existe la jurisdicción suplida, y fue suplida para  aquellos sacerdotes independientes en esa situación para  la salvación de las almas.

OTROS TRES EJEMPLOS QUE DEMUESTRAN  EL ERROR DE LA NJS

Ahora que  ha  sido  refutada por  completo la NJS, debemos decir,  una  vez  más,  que  su  error primordial era  de  malentender la  naturaleza de  las  leyes  de  la  Iglesia  y  de  tratarlas como dogmas.

Aquí  está  un  ejemplo  de  cómo  ellos  malentienden por  completo y abusan de  las leyes  de  la
Iglesia.

Barbara   Linaburg,  Authentic   Illusions  «Ilusiones  Auténticas»  [defensora  de  la  NJS], edición  inglesa,  p. 20: “El Concilio  de Calcedonia (canon  VI) solemnemente decretó que todos  y cada  obispo  o sacerdote tenía  que  ser  «enviado» a un  lugar  determinado o a personas determinadas: «Ni el presbítero  (es decir, obispo), diácono,  ni ninguno de la orden eclesiástica deberá ser ordenado  en general, ni menos que la persona sea especialmente nombrado para  una iglesia en una ciudad o un pueblo, o a un martirio [en inglés   martyry,  que  significa   un  santuario  erigido en  honor de  un  mártir],  o  a  un monasterio».”

Este es un  ejemplo principal de la perversión completa de estos  principios que  es demostrado comúnmente por los defensores de la NJS.  Ni el autor de arriba es la única  defensora de la NJS que  haya  intentado usar  este  canon.   Brian  K. también lo hizo.   Este canon  es una  ley del  año
451.    Se  suponía para   la  gobernación  de  la  Iglesia  en  ese  tiempo específico.     No  era  una enseñanza de la Iglesia Católica,  sino meramente una  ley que fue promulgada en aquella época QUE  NO  TIENE  NADA  QUE  DECIR  EN  ABSOLUTO  SOBRE ESTE PERIODO  ÚNICO  DE HOY DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA.  De hecho,  ni siquiera  permaneció como ley estricta en tiempos normales.   La frase  clave  que  declara que  los sacerdotes, diáconos, etc. no podrán ser ordenados «en general» también es traducida como «sin título».33   En el siguiente canon  del Tercer  Concilio  Lateranense, vemos   que  algunos sacerdotes fueron ordenados  sin  un  título específico  o asignación a una iglesia especifica:

El Papa  Alejandro III, Tercer Concilio Lateranense, 1179, canon  5: “Si un obispo ordena a alguien  como  diácono   o  sacerdote   sin  un  título   definitivo  por   el  cual   él  pueda

enfrentar las necesidades de la vida,  dejad  que  el obispo  le proporcione lo que  necesita hasta  que le asignen los salarios adecuados del servicio  eclesiástico (o clerical) en alguna iglesia,  a menos que  la persona ordenada esté en una  posición tal que  pueda encontrar por sí mismo  o de la herencia familiar la manutención para  vivir”.

Esto  refuta completamente la  objeción  planteada por  los  defensores de  la  NJS de  la  ley  del Concilio  de Calcedonia.  La ley de Calcedonia ni siquiera era guardada estrictamente durante el tiempo del  III  de  Letrán,   ya  sea  porque fue  revocada  o  se  había   dejado  de  usar   por  las circunstancias que  cambiaban.  Pero  incluso  si no tuviéramos cualquier cita que  mostrara que los  sacerdotes a  veces  eran  ordenados sin  un  título,  sería  ridículo aplicar esa  ley  a  nuestra situación.   Hay  casi  literalmente cientos  de  tales  leyes  que  ya  no  se  aplican más  y  no  son obligatorias en  una  situación tan  grave  y única  como  la  Gran  Apostasía que  ahora estamos tratando.

Para  demostrar aún  más  qué  ridículo es para  los defensores de la NJS que  intenten de  aplicar esa  ley  canónica a  nuestra situación, miremos algunos otros  ejemplos de  ley  canónica y  de concilios  pasados. Solo voy a mirar otros tres ejemplos más con respecto a esto, aunque muchos otros  podrían darse.   Ya que los defensores de la NJS asumen que todas  las leyes pasadas de los concilios  aún  permanecen obligatorias, al dar  estos  ejemplos yo asumiré lo mismo  (por  el bien del argumento).

Además del  canon  1385 §1 del  Código de Derecho Canónico de 1917, que  prohíbe a los laicos publicar libros  sobre  teología sin  la  aprobación del  ordinario – una  ley  que  ellos  ignoran – hemos dado numerosos ejemplos de leyes eclesiásticas que  pueden cambiar y pueden dejar  de aplicarse en  una  necesidad.   Aquí  hay  otros  tres  más  que  incluso  los  defensores de  la  NJS tendrían que admitir que no pueden practicarse y deben dejar de aplicarse a nuestra situación:

LOS DEFENSORES DE LA NJS NO PODRÍAN BAUTIZAR A SUS PROPIOS HIJOS

-    Canon 755 §1 del Código de Derecho Canónico de 1917 declara que el bautismo debe ser oficiado  solemnemente (es decir, con todas  las ceremonias apropiadas) excepto  en peligro de muerte. Canon 757 §1 declara que el sacerdote debe usar solemnemente
agua bendita  bautismal. Los bautismos privados por laicos solo están  permitidos en peligro de muerte, según el canon  759 §1.

Por lo tanto, según  el estricto pie de la letra del Código  de Derecho  Canónico  de 1917, los defensores de la NJS no pueden incluso bautizar a sus niños.   Sus niños  deben vivir su vida sin el bautismo y, según el Concilio  de Florencia,  «bajo el dominio del diablo»34.   La falta de ver la verdadera aplicación del principio de la epiqueya es verdaderamente desastrosa, ¿no? Esperamos que esto demuestre una vez más que, contrariamente a lo que dicen, los defensores de la NJS no se adhieren estrictamente a la fe católica.  Ellos se adhieren  a una corrupción trágica y devastadora  de los principios católicos.   He aquí otro ejemplo:
LOS DEFENSORES DE LA NJS NO PUEDEN  RECOMENDAR EL MATRIMONIO El Papa  Inocencio IV, Cuarto Concilio de Letrán, 1215, constitución 51: “Siguiendo los
pasos  de nuestro predecesor, juntos  prohibimos matrimonios clandestinos y prohibimos

a cualquier sacerdote presumir de estar en tal matrimonio. Extendiendo en general la costumbre especial  de ciertas  regiones a otras regiones,  decretamos  que cuando los matrimonios deben  ser contratados, deben  ser anunciados públicamente en las iglesias por un sacerdote, con una hora fijada de antemano  en el cual quien  desea y es capaz podrá inducir un impedimento legal (…) Si cualquier persona presume entrar en los matrimonios clandestinos (…) los hijos de la unión serán  consideradosilegítimos”35.

De acuerdo con este decreto, ningún matrimonio puede ser oficiado  sin el aviso consuetudinario del matrimonio publicado en las iglesias.   Ya que los defensores de la NJS tratan las leyes pasadas de la Iglesia como dogmas, esto les presenta un problema interesante. Dado  que [ahora] no hay iglesias  a que asistir  – y obviamente ningún sacerdote legal que pueda hacer tal anunció – para  poder adherirse a esta ley, así como ellos deben hacer si van a exigir que los demás respeten todas las leyes eclesiásticas de épocas  pasadas, deben informar a cualquier persona que esté interesada en el matrimonio que no deberían hacerlo,  porque cualquier hijos que tengan serían  ilegítimos.

Un católico, en cambio,  entiende el principio de epiqueya y la naturaleza de tales leyes.  Un católico reconoce que esta solo es una ley de la Iglesia que ya no obliga  más, y que en una necesidad dos personas pueden casarse  sin incluso  un sacerdote en la presencia de los testigos. Este ejemplo demuestra, una vez más, la corrupción de la NJS de los principios católicos.  Ahora a continuación el siguiente ejemplo:

LA LEY DE LA IGLESIA CATÓLICA ESTABLECE QUE LOS FIELES DEBEN RECIBIR LA COMUNIÓN UNA VEZ AL AÑO – LOS DEFENSORES DE LA NJS ESTÁN EXCOMULGADOS

Este es uno de los seis mandamientos de la Iglesia Católica.   Fue decretado por el Cuarto
Concilio  Lateranense. Aquí esta cómo lo resume el Catecismo del Concilio  de Trento:

El Catecismo del Concilio  de Trento,  La Iglesia manda a los fieles comulgar una vez al año, edición  inglesa,  pp. 250-251: “Pero  posteriormente, cuando la caridad y la devoción se había  vuelto tan fría que los fieles muy  rara vez se acercaban a la Comunión, fue decretado por el Papa Fabián, que todos deben  comulgar tres veces al año, en la Navidad, en Pascua y Pentecostés. Este decreto después fe confirmado por muchos concilios, en particular por el primer Agde  [Concilio,  506].
“Larga  fue la decadencia de la piedad que no solamente no fue observada esta ley santa  y saludable, pero la Comunión se aplazó durante años.   El Concilio de Letrán, por tanto, decretó que todos los fieles deben  recibir el cuerpo del Señor, por lo menos  una vez al año, en la Pascua, y que los que no cumplen este deber serán castigados por la exclusión de la sociedad de los fieles”36.

Vemos aquí un número de cosas.  En primer lugar,  vemos  que la ley de la Iglesia sobre el recibir la Comunión tres veces al año (que había  sido declarado por el Papa  Fabián  y repetido por varios concilios) fue después cambiada. Por lo tanto  este es otro ejemplo  de una ley eclesiástica; es decir, una ley que es cualitativamente diferente de una inmutable verdad dogmática.

En segundo lugar,  vemos  que el Cuarto Concilio de Letrán  decretó que la Comunión debe ser recibida una vez al año, en la Pascua, y que los que fallan en cumplirlo serán  considerados fuera de la Iglesia.  El Cuarto Concilio  de Letrán  lo puso  de esta manera:

El Papa  Inocencio III, Cuarto Concilio de Letrán, 1215, Constitución 21: “Deja que reciban reverentemente el sacramento de la Eucaristía por lo menos en la Pascua a menos que piense,  por una buena razón y con el consejo de su propio sacerdote, que deben abstenerse de recibirla por algún tiempo. En caso contrario, sean prohibidas la entrada a una iglesia durante su vida y se les negará un entierro cristiano en la muerte.  Que este decreto saludable se publique con frecuencia en las iglesias,  por lo que nadie  pueda encontrar el pretexto de una excusa  en la ceguera de la ignorancia”37.

Noten que la única  excepción mencionada es para  las personas que, con el consejo de su propio sacerdote, se abstienen por algún tiempo. Obviamente esto se refiere a un cura légitimo que ha sido asignado por un obispo  con jurisdicción ordinaria.  Ninguna excepción es dada para  esas personas que sean mayores del uso de razón que no son capaces  de alcanzar lo que ellos consideren ser un sacerdote legal.  Por tanto,  no habría ninguna excepción para  los defensores de la NJS.  Según esta ley, los defensores de la NJS - así como cualquier otra persona que se
encuentra incapaz de acercarse a un sacerdote que considere accesible para  la Comunión en este
tiempo de apostasía casi universal – será privado del entierro cristiano – eso es, será considerado fuera  de la Iglesia.  ¡Qué impresionante! Supongo que al escribir  esos textos acerca de cómo los sacerdotes hoy en día no tienen  jurisdicción en realidad finalmente no importa, ¡ya que se consideran fuera  de la Iglesia por decreto de la ley de la Iglesia!  Ellos son condenados, una vez más, por sus mismos argumentos.

Los defensores de la NJS, tales como la que es citada  a continuación, no han escatimado
palabras duras en la denuncia de los sacerdotes que «presumen» operar en este tiempo de crisis:

Barbara  Linaburg, Authentic Illusions «Ilusiones Auténticas» [defensora de la NJS], edición  inglesa,  p. 41, hablando de los sacerdotes y obispos independientes que operan sin la jurisdicción dada en la manera normal: “Pues  es la misma Iglesia  [es decir, la Iglesia  Católica] que ellos  alegan representar que ha proclamado  a estos
«usurpadores», «ilícitos/criminales y sacrílegos», «ladrones  y salteadores», «anatema»,
«cismáticos», «herejes», «pecaminosos», «condenados» y «excomulgados».”

No sólo ha sido probado que está completamente equivocada, pero, si se juzga por su propio juicio, las leyes de la Iglesia, la cual erróneamente eleva a la categoría de dogmas, se vuelven de nuevo contra  ella.  Ella, pues,  está excomulgada por fallar en cumplir la ley de recibir la comunión una vez al año en la Pascua.

Mateo 7,2 “Pues  con el juicio, con que juzgareis, seréis juzgados: y con la medida con
que midiereis, os volverán a medir”.

Un verdadero católico, en cambio,  reconoce que la ley que obliga a uno a recibir la Santa Comunión una vez al año – al igual que las leyes sobre cómo los obispos y sacerdotes no han de ser ordenados en general y las leyes sobre cómo la jurisdicción es dispensada normalmente – es otro ejemplo  de una ley eclesiástica, que se aplica en el estado normal de las cosas, pero no en

una grave  necesidad o circunstancia inusual. Podría continuar con otros ejemplos, pero el lector ya debe estar totalmente convencido del grave  error  de los defensores de la NJS.  También hay que tener  una comprensión de los principios y las distinciones que son relevantes a la cuestión de la jurisdicción, y como los defensores de la NJS han errado gravemente en el trato  con ellos.

LA LEY QUE PROHÍBE LA CONSAGRACIÓN DE UN OBISPO SIN UN MANDATO PAPAL ESTÁ RELACIONADO CON ESTE TEMA; SOLO ES OTRO EJEMPLO DE UNA LEY DISCIPLINARIA  QUE FUE PENSADA  PARA TIEMPOS NORMALES Y NO OBLIGA EN NUESTRA SITUACIÓN

Íntimamente conectado con esta  cuestión de que  si los sacerdotes independientes tradicionales se les puede dar jurisdicción de manera automática por la Iglesia – que vemos  que es el caso – se encuentra la  cuestión de  consagrar un  obispo  sin  el mandato papal.   En  el  canon  2370 del Código de Derecho Canónico de 1917, es declarado que nadie  puede consagrar a un obispo  sin el mandato papal.  Declara  que los que lo hacen  serán  suspendidos.  Durante la crisis en China en 1950, cuando la consagración sin la aprobación del Papa  Pío XII se convirtió en un problema, el Papa  Pío XII escribió  una  encíclica  titulada Ad Apostolorum Principis que  discute la cuestión. Aumentó de  la suspensión [ad divinis]  a la excomunión automática por  la pena  de  consagrar obispos sin  su  aprobación.  Esto  es, una  vez  más,  otro  ejemplo  de  una  ley eclesiástica que  es obligada bajo castigo  en el estado normal de las cosas, pero  no en una  situación inusual que no fue previsto por el legislador.

En el siguiente pasaje  de su encíclica, noten  que el Papa  Pío XII reconoce que las consagraciones sin un mandato papal han  sido hechas  en el pasado y que esta es una  cuestión disciplinaria (no dogmática).  Solo estaba  haciendo hincapié que  sería  incorrecto hacerlo  en tiempos normales, eso es, en su cara y contrario a su decreto.

El Papa  Pío XII, Ad Apostolorum Principis (#43), 29 de junio de 1958, cuando se refirió a las consagraciones episcopales sin un mandato episcopal: “Por  desgracia, bien sabemos que para legitimar  sus   usurpaciones,  apelan  estos   rebeldes  a  la  práctica  seguida  en  siglos pasados;  pero  todos  ven  muy  bien  a donde iría a parar la disciplina eclesiástica si, en una  o en otra  cuestión, fuera  lícito a cualquiera, atenerse a disposiciones o costumbres que ya no están  en vigor,  puesto que la suprema autoridad eclesiástica hace tiempo que determinó diversamente.  Más aún,  el mismo  hecho  de apelar a una  disciplina diversa, lejos   de   excusar   su   conducta,   es   una    prueba  de   su   voluntad  de   sustraerse deliberadamente a  la disciplina vigente y que  están  obligados a seguir:  disciplina que vale  no  solamente para  China  y para  los territorios recientemente evangelizados, sino para  toda  la Iglesia; disciplina que ha sido sancionada en virtud de la potestad suprema y  universal de  apacentar, de  regir   y  de  gobernar que  confirió   nuestro Señor  a  los Sucesores del Apóstol San Pedro”38.

Con  esto  podemos además ilustrar que  los  defensores de  la  NJS citados a  continuación no
poseen ninguna comprensión del principio importante que se trata  con este asunto:

Barbara   Linaburg,  Authentic   Illusions  «Ilusiones  Auténticas»  [defensora  de  la  NJS], edición  inglesa,  p. 33: “San Ignacio  está hablando sobre una  mentira «pequeña». ¿Cómo entonces pueden los sacerdotes que  son  considerados los mensajeros de  Dios  y dispensadores de  sus  misterios (verdades de  la fe y los sacramentos), apartarse de  las leyes  de  Dios  que  se  encuentran en  los  dogmas y  nos  dicen  que  ya  no  tienen   que obedecer, es  decir,  haciendo obispos sin  un  mandado de  Roma?    Ya que  este  es  un dogma que prohíbe…”

Considera  como   un   dogma  la  disciplina  que   requiere  un   mandato  papal  para   consagrar legalmente un  obispo.    Esto es completamente ridículo y falso.   En los pocos  párrafos citados anteriormente,  vimos   que   Pío  XII  fue  bien   claro   (numerosas  veces)   que   esta   es  una   ley disciplinaria (no  un  dogma), y que  esta  ley  no  siempre fue  la misma en  siglos  pasados.   De hecho,  Pío  XII incluso  hace  referencia a la cuestión de  «sedes  vacantes», ¡lo que  implica que podría haber  un  argumento a favor  de sus  acciones  de consagración si hubiera realmente una crisis de las sedes  vacantes!

El Papa  Pío XII, Ad Apostolorum Principis (#50), 29 de junio  de 1958: “Es evidente, desde luego,  que no se provee a las necesidades espirituales de los fieles con la violación de las leyes  de  la  Iglesia.    En  segundo lugar,   no  se  trata, como  se  querría  hacer  creer de diócesis vacantes,  sino  frecuentemente sedes  episcopales, cuyos  legítimos titulares, o han sido expulsados, o languidecen en la prisión, o se ven impedidos en diversas formas en el libre ejercicio de su jurisdicción…”39

Esto  debería  dejar   muy   claro   que   Pío  XII  no  estaba   legislando  para   cualquier  situación remotamente comparable a la nuestra.  En una  situación como  la nuestra, esta disciplina no se une, al igual que muchas de las otras leyes que hemos visto en este artículo.

LOS DEFENSORES DE LA NJS SON CULPABLES DE FARISEÍSMO; ELLOS SON REFUTADOS POR EL MISMO JESUCRISTO, LOS MACABEOS, LA LEY SUPREMA DE LA IGLESIA, Y EL SENTIDO COMÚN

Los defensores de  la NJS han  construido una  posición que,  si no  es cismática para  todos  sus partidarios, por  lo menos se aproxima al cisma  y se basa  en la mentalidad farisaica.   Ello viola todo   el  sentido  común  o  sentido  católico,   ¡COMO  SI  DIOS  ESTUVIERA  OPUESTO   AL CONCEPTO DE SACERDOTES Y OBISPOS QUE QUIEREN  PROPAGAR LA MISA TRADICIONAL Y LOS SACRAMENTOS PARA  LA  SALVACIÓN  DE LAS ALMAS  en  esta pesadilla de una  situación que  ha reducido a la verdadera Iglesia  a un  remanente!  Cualquiera en posesión de un  sentido católico  debería ver  lo absurdo de sus  alegaciones, incluso  antes  de una  refutación detallada de sus argumentos.  ¡La salvación de las almas  es la ley suprema de la Iglesia Católica!

El Papa  Pío IX, en Luctuosis exagitati, el 12 de marzo de  1877, cuando estaba  hablando sobre  el propósito principal de la Iglesia  como  la “salvación de las almas, que

es para Nos  la suprema  ley.    Pero  en  eso  que  hicimos para  evitar  gravísimos peligros…”40

Nuestro Señor  denunció a  los  fariseos  en  su  día  precisamente por  el  mismo   tipo  de  error: elevando las cosas inferiores, que no son de una calidad inmutable, por encima  de las cosas más altas y más importantes y así frustrando el propósito divino.

Mateo  12,1-6 “En aquel  tiempo  andaba Jesús un día de Sábado  por unos  sembrados;  y sus discípulos, como tuviesen hambre, comenzaron a cortar espigas, y a comer.  Y los Fariseos,  cuando  lo  vieron,  le  dijeron:  Mira que  tus  discípulos hacen,  lo  que  no  es lícito  hacer en sábado.    Pero  él [Jesús]  les dijo: ¿No habéis  leído  lo que  hizo  David, cuando  él tuvo hambre, y los que con él estaban?   ¿Cómo entró en la casa de Dios,  y comió  los panes  de la proposición, que no le era lícito  comer, ni a aquellos que con él estaban, sino a solos  los sacerdotes?   ¿O no habéis  leído  en la Ley, que los Sacerdotes los sábados  en el templo  quebrantan  el sábado,  y son sin  pecado?   Pues  digoos, que aquí está, el que es mayor que el templo.   Y si supieseis qué  es: Misericordia quiero, y no sacrificio; jamás condenaríais a los inocentes: Porque el Hijo del hombre es Señor aun del Sábado”.

En 1 Macabeos también leemos  que  algunos cometieron el mismo error  que  es igual  a lo que argumentan los defensores de la NJS, pero no tan absurdo.

En Macabeos, vemos  como  fueron atacados en  sábado los  israelitas que  resistían porque los aliados del  malvado Rey Antíoco  no  creían  que  pudieran defenderse en  el [día]  sábado.  Al principio, los resistentes no se defendieron en el sábado porque creyeron que sería ilícito [léase – así como dicen los de la NJS - que: ellos no decían la Misa; no escuchaban confesiones; no consagraban sacerdotes, etc. porque ellos creyeron que era ilícito]; pero  después como  su  pueblo estaba  siendo asesinado, cambiaron su curso y se defendieron en el sábado.

1 Macabeos 2,32 ss. “Por  lo que  marcharon [los aliados del rey Antíoco]  al punto contra ellos, y se prepararon para  atacarlos en día de sábado (…) pero  tan lejos estuvieron [los israelitas] de  resistirles, que  ni tan  siquiera les tiraron una  piedra, ni aun  cerraron las bocas de las cavernas; sino que dijeron:  Muramos todos  en nuestra sencillez,  y el cielo y la  tierra  nos  serán  testigos de  que  injustamente nos  quitáis la  vida.    Con  efecto,  los enemigos [los aliados  del malvado  Rey Antíoco]  los acometieron en día de sábado; y perecieron  tanto ellos  [los israelitas  que resistían]  como sus mujeres,  hijos  y ganados, llegando a mil  las  personas  que  perdieron  la vida.    Sabido  eso  por Matatías  y sus amigos,  hicieron  por ellos  un gran duelo,  y se dijeron  unos  a otros: Si todos  nosotros hiciéremos  como  han  hecho   nuestros   hermanos,   y  no  peleáramos  para  defender nuestras   vidas   y  nuestra  ley  contra  las  naciones,  en  breve  tiempo   acabarán  con nosotros.     Así,  pues,   tomaron  aquel   día  esta  resolución:  Si  alguno,   dijeron,   nos acomete  en día de sábado,  pelearemos contra él: y así no moriremos  todos,  como han muerto en las cavernas nuestros  hermanos.”

PALABRAS FINALES: EL ENTENDER ESTE TEMA ARROJA LUZ SOBRE NUMEROSAS CUESTIONES EN LA ACTUALIDAD


Hemos visto  muchísimos hechos  que  demuestran cómo,  en  este  tiempo de  crisis,  un  católico debe   mirar   estas   cuestiones  de  la  jurisdicción,  de  las  consagraciones  episcopales,  de  los sacerdotes operando independientemente, etc.   Hemos visto  cómo  los  defensores de  la  NJS están  completamente equivocados.   Por  supuesto, esto  no  es  para  responder las  posiciones teológicas de todos  los sacerdotes independientes, de cual  la mayor parte son  heréticos (como nuestro material lo cubre  en detalle).  Es más  bien  el caso para  mostrar cómo  un  católico  debe mirar   la cuestión específica que  si  un  sacerdote puede operar lícitamente y  tener  jurisdicción cuando él no ha sido aprobado en la manera normal.

La comprensión de este problema, y la naturaleza y finalidad de las leyes eclesiásticas, también arroja   mucha luz  sobre   cómo   mirar   las  muchas  otras   cuestiones  en  la  actualidad.    Estas cuestiones y otras  decisiones que  los católicos  tradicionales se enfrentan a menudo se cruzan con   las   leyes   eclesiásticas,  que   están   destinadas  a   tiempo  normal,  pero   no   al   tiempo extraordinario, como el nuestro.

«La necesidad hace lícito aquello que es ilícito» es un principio de la ley canónica, como hemos visto que es ilustrado por muchos ejemplos en este artículo.  Este principio no se aplica a cuestiones de  la  misma  fe,  que  nunca  puede,  bajo  cualquier  circunstancia,  ser  comprometido.   Pero cuestiones que tratan con leyes que no son directamente conectadas con la preservación de la fe, sino del gobierno de la Iglesia; así debe ser comprendido este principio. Por eso es que la gente puede recibir  los sacramentos de sacerdotes que  normalmente no podrían recibir  sacramentos de ellos.   Esto es explicado, citado  anteriormente, en el canon  2261 §2 del  Código de Derecho Canónico de 1917, siempre y cuando no se ocasione pecado o compromiso de la fe.

Por lo tanto,  de que  alguno haga  una  afirmación de que  la gente  no debe  acercarse a tal o cual sacerdote o capilla,  bajo  pena  de  pecado mortal, no  se puede probar tal  posición citando las leyes  que  son  meramente eclesiásticas.  Hay  que  demostrar que  el acercarse a un  sacerdote o capilla   implica   necesariamente un  compromiso de  la  fe  o  un  pecado contra   la  ley  moral. Muchos están  haciendo reclamaciones a este  respecto que  no  son  válidas porque no  pueden hacer tal demostración.

La comprensión de este tema  es igualmente instructivo sobre  el tema  que  preocupa a algunos hoy en día: la aprobación normal dada no sólo a los sacerdotes y los obispos y sus operaciones, sino para  los miembros de órdenes religiosas. Cómo  monjas  o monjes,  normalmente aprobados para   poder ser  parte de  una  orden  religiosa en  particular implica,   por  supuesto, las  leyes eclesiásticas.  No son dogmas inmutables. Estos procedimientos se desarrollaron con el tiempo. San Benito estaba  viviendo como religioso, dirigiendo y fundando monasterios de vida  religiosa antes   de  que  hubiera  algún  registro de  su  orden y  hacía  apostolado antes   de  haber   sido aprobado oficialmente.

Hay  muchos que  hoy  denuncian como  religiosos inválidos y «falsos»  a los que  viven  la vida religiosa, cumpliendo sus votos  religiosos en la dedicación a una  orden determinada, pero  que no han  sido  aprobados ser parte de una  orden en la forma  en que  se hace cuando hay un Papa válido y ordinarios católicos  en todas  partes: por un superior aprobado por un Superior Mayor religioso que sea aprobado por un Papa  – simplemente porque hoy en día, dicha  aprobación no es posible.    Todas  las denuncias son  estallidos superficiales que  traicionan no  con  el espíritu maligno de los fariseos,  sino por  la ignorancia de historia de la Iglesia  y la naturaleza de estas leyes.   Estas revelan que esas personas no poseen un verdadero conocimiento de Dios, como Él obra, o cómo ve las cosas.

Sin embargo, este tipo de personas malvadas, que elevan  erróneamente, por ignorancia y cisma tales  leyes  eclesiásticas al  estado de  dogmas y por  lo  tanto  cuelan   los  mosquitos, al  mismo tiempo ellos  se  tragan los  camellos   al  negar  otras  cuestiones dogmáticas  que  realmente no admiten excepciones (por  ejemplo, como  fuera  de  la Iglesia  no  hay  salvación) o también por aceptar como católicos  a herejes que niegan estos dogmas.

Esto  era menester  hacer, y no  dejar  lo otro.   Guías  ciegos,  coláis  el  mosquito, y os tragáis el camello.    ¡Ay de vosotros,  escribas  y fariseos  hipócritas,  que  limpiáis lo de fuera  del vaso y del plato; y por dentro estáis llenos de rapiña, y de inmundicia!” (Mateo
23, 24-25)

Notas:

1 Denzinger, El magisterio de la Iglesia. Manual de símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres, Barcelona  1963, no. 904..
2 Rev. P.J. Lydon,  Ready Answers in Canon Law «Respuestas listas en Derecho Canónico», edición  inglesa,  Benziger
Bros., 1934, p. 326.
3 Arzobispo Amleto  Giovanni Cicoganani, Canon Law «Ley Canónica», edición  inglesa,  Philadelphia: The Dolphin
Press [La Prensa Delfín], 1935, p. 32 (Imprimatur: C. Card.  Dougherty).
4 Decrees of the Ecumenical Councils «Los Decretos  de los Concilios  Ecuménicos», edición  inglesa,  Sheed & Ward  and
Georgetown University Press [Prensa de Sheed & Ward  y de la Universidad Georgetown], 1990, Vol. 1, p. 203.
5 A Catholic Dictionary by Attwater «Un Diccionario Católico  por Attwater», edición  inglesa,  Tan Books, p. 172.
6 Decrees of the Ecumenical Councils «Los Decretos  de los Concilios  Ecuménicos», edición  inglesa,  Sheed & Ward  and Georgetown University Press [Prensa de Sheed & Ward  y de la Universidad Georgetown], 1990, editado por P. Norman Tanner.
7 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicos», edición  inglesa,  Vol. 1, p. 371.
8 A Catholic Dictionary by Attwater «Un Diccionario Católico  por Attwater», edición  inglesa,  Tan Books, p. 172.
9 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicos», edición  inglesa,  Vol. 1, p. 371.
10 The Papal Encyclicals «Las Encíclicas Papales», por Claudia Carlen,  edición  inglesa,  Raleigh: The Pierian  Press, 1990, Vol. 1 (1740-1878), p. 21.
11 Arzobispo Amleto  Giovanni Cicognani, Canon Law «Derecho Canónico», edición  inglesa,  p. 43.
12 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicos», edición  inglesa,  Vol. 1, p. 242.
13 P. Stanislaus Hogan, St. Vicent Ferrer «San Vicente Ferrer», edición  inglesa,  New York: Lingmans, Green  & Co.,
1911, p. 8.
14 The Catholic Encyclopedia «La Encíclopedia Católica»,  edición  inglesa,  “Heresy” [Herejía],  New  York: Robert
Appleton Co., 1912, Vol. 15, pp. 437-438.
15 P. Stanislaus Hogan, St. Vicent Ferrer «San Vicente Ferrer», edición  inglesa,  New York: Lingmans, Green  & Co.,
1911, p. 8.


16 P. Andrew Pradel, St. Vicent Ferrer: The Angel of the Judgment «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición inglesa,  Tan Books, 2000, descripción interio  de la cubierta.
17 P. Andrew Pradel, St. Vicent Ferrer: The Angel of the Judgment «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición inglesa,  p. 81.
18 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  p. 81.
19 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  p. 86.
20 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  p. 92.
21 P. Herman Kramer, The Book of Destiny «El Libro del Destino», edición  inglesa,  Tan Books, 1975, p. 223.
22 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  pp. 85-86.
23 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  p. 36.
24 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  p. 44.
25 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  p. 44.
26 Denzinger 967.
27 Enchiridion Symbolorum editado por Denzinger, edición  latina,  1937, no. 967.
28 Denzinger 960.
29 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicos», edición  inglesa,  Vol. 1, p. 239.
30 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  p. 51.
31 P. Andrew Pradel, «San Vicente Ferrer: El Ángel del Juicio», edición  inglesa,  pp. 44-45.
32 The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica»,  “Excommunication” [Excomunión], edición  inglesa,  Vol. 5, pp.
680-681, 1909.
33 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicos», edición  inglesa,  Vol. 1, p. 90.
34 Denzinger 712.
35 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicos», edición  inglesa,  Vol. 1, p. 258.
36 Catechism of the Council of Trent «El Catecismo del Concilio  de Trento»,  edición  inglesa,  Tan Books: Rockford, IL,
1982, pp. 250-251.
37 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicos», edición  inglesa,  Vol. 1, p. 245.
38 The Papal Encyclicals «Las Encíclicas Papales», por Claudia Carlen,  edición  inglesa,  Vol. 4 (1939-1958), p. 369.
39 The Papal Encyclicals «Las Encíclicas Papales», por Claudia Carlen,  edición  inglesa,  Vol. 4 (1939-1958), p. 370.
40 Denzinger 1847.

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